El cerebro es el órgano más importante de nuestro cuerpo y, para mantenerlo en forma muchos años, tenemos que nutrirlo adecuadamente. Los ácidos grasos Omega 3 y 6 son la clave.
Los grandes aliados del cerebro son las grasas buenas, concretamente, las que aportan Omega-3 y Omega-6. Este tipo de lípidos contribuyen a formar la estructura de toda célula, principalmente como componente de sus membranas. Abarcan el 50-60% del peso seco del cerebro adulto.
El ácido linoleico (conocido como omega 3) se consideran esenciales porque el cuerpo humano no puede sintetizarlos, de forma que es necesario ingerirlos a través de la dieta diaria. Se puede encontrar especialmente en pescado y mariscos, en todo tipo de frutos secos y en aceites vegetales como las de girasol, lino y oliva. También existen en suplementos dietéticos que pueden tomarse a diario.
Existen estudios que han demostrado que los bebés prematuros la deficiencia de Omega-3 en el cerebro puede afectar la agudeza visual, a la memoria visual y a la función cognitiva. Además, también se ha establecido que los ácidos grasos Omega-3 y Omega-6 mejoran estas funciones.
En el caso de los bebés normales, incluir grasas buenas en su dieta diaria puede aumentar los niveles de DHA (ácido docosahexaenoico) y AA (ácido araquidónico) en los glóbulos rojos y el plasma. Y está demostrado que también es beneficioso para mejorar el proceso de aprendizaje durante el primer año de vida.
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